Los bizantinos solían tener disputas, digamos discusiones, de orden teológico: "¿Cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler?". Por ello, llamamos discusión bizantina a las discusiones inútiles e intempestivas. A través de la historia nos hemos plagado de tales discusiones. Mi propuesta en este escrito es que el debate vigente sobre Inteligencia Artificial no es más que una discusión bizantina.
Antes de que nos quede claro la inutilidad de tal debate, deberíamos tener una noción general sobre la historia de la Inteligencia Artificial y sobre su finalidad. A final de la década de los 30 y a principio de la década de los 40, un joven matemático llamado Alan Turing escribía sobre una máquina que, en caso de construirse, sería capaz de pensar. En esa misma época su equipo construyó la primera computadora moderna, cuyo propósito era descifrar códigos de los alemanes. Luego se construyeron otras máquinas y se fueron haciendo poco a poco comerciales. Otro de los aportes de Alan Turing es su prueba para distinguir si una máquina es inteligente, la cual es básicamente una prueba conductista en la cual un humano debe tratar de distinguir a la computadora de otro humano.
Considerando los hechos anteriores, y algunos otros antecedentes que no he mencionado, podemos ver los principios de una disciplina que aún no tenía nombre. El nombre de Inteligencia Artificial se acuñó en 1956 cuando un profesor de matemáticas, John McCarthy, convenció a diez científicos a organizar un curso de verano sobre la reciente disciplina aún sin nombre. Entre aquellos científicos se encontraban Marvin Minsky y Claude Shannon. Aquello fue una reunión de matemáticos, psicólogos, ingenieros, físicos, ... El resultado de la reunión no fue muy satisfactorio pero surgió el nombre de aquella disciplina que estaba naciendo con fuerza gracias al impulso que le habían dado personajes como Turing, Von Neuman, Pitts y McCulloch. Así quedaba claro que existía una nueva disciplina llamada Inteligencia Artificial y además que su objetivo era el de construir máquinas inteligentes. Hoy no todos los estudiosos pertenecientes a tal disciplina tienen el mismo objetivo, algunos lo conservan, y otros son más pragmáticos y utilitaristas.
El sueño o la ilusión de los pioneros de la Inteligencia Artificial aún no se ha cumplido. Aquellas personas tenían expectativas a muy corto plazo y no sabían que se iban a topar con muchos problemas nuevos. Pero ello no le resta nada a su objetivo primordial al contrario lo engrandece, por hacerse más difícil de lo que se pensaba.
Podemos notar entonces que al principio la Inteligencia Artificial era prometedora. Para algunos era pretensiosa. Así, muchos se han desilusionado y han perdido sus expectativas. Además, esta disciplina avanzó mucho al principio, pero llegó a un punto en que avanzar se volvía cada vez más y más difícil. Fue entonces cuando la Inteligencia Artificial comenzó a demostrar debilidad y los ataques en contra suya se volvieron entonces más fuertes.
Reflexionemos sobre estos ataques. Uno de los personajes más famosos de estos ataques es el filósofo John Searle. El escribió un artículo llamado "Mentes, Cerebros y Computadoras", con argumentos en contra de las máquinas inteligentes, que, a diferencia de muchos artículos escritos en los principios de la Inteligencia Artificial, causó gran revuelo. Es obvio que cuando conseguimos tanta atención, como la que consiguió John Searle, no la queremos dejar. No hace falta discutir las razones. Por ello Searle da en sus artículos cada vez mejores argumentos en contra de la Inteligencia Artificial. Sus argumentos están en contra de la prueba de Turing y de que las mentes puedan ser vistas como máquinas, lo cual se puede considerar como el supuesto principal de la Inteligencia Artificial. Sin embargo, Searle jamás será capaz de probar que es imposible la creación de máquinas inteligentes y el está consciente de eso. Siempre es posible dar nuevos y mejores argumentos, así lo hacían los bizantinos, pero ello no demuestra nada. Searle únicamente está "filosofando", en un sentido peyorativo, con todo el gran respeto que le tengo a la filosofía.
Hay mucha argumentación en contra de la Inteligencia Artificial. Todos los argumentos tienen que ver con consciencia, divinidad, causalidad, libre albedrío, ... No pasan de ser argumentos. Ninguno es capaz de demostrar nada aún en contra de la Inteligencia Artificial. Ninguno de nosotros puede demostrar que no somos una simulación de nuestros padres con una capacidad de expresión limitada por la sociedad, lo cual es en cierta forma una especie de "programación". Ninguno de nosotros puede demostrar que es de procedencia divina. Ninguno de nosotros puede demostrar que la consciencia no es una ilusión del aprendizaje anterior. Tampoco se puede demostrar lo contrario, pero realmente no hace falta.
Algunas personas arguyen que la Inteligencia Artificial es petulante: "¿Cómo es que tales personas se creen dioses capaces de crear nuevas mentes?". Si lo vemos desde otro punto de vista no es acaso, más bien, petulante aquél que se cree inimitable y divino. Yo creo que sí.
Recordemos que en la humanidad se han criticado a muchos de los grandes investigadores e innovadores. Los periodistas reconocidos decían que los que trataban de volar eran unos idiotas. Quedaron callados con el vuelo de los hermanos Wright. Seguramente esto seguirá sucediendo durante mucho tiempo más.
Ahora, supongamos por un momento que no hubiera habido nunca una disciplina de la Inteligencia Artificial, únicamente simple y pura Computación. Entonces quién sabe cuándo y cómo se habría inventado el tiempo compartido, los intérpretes interactivos, los datos de tipo lista enlazada, la administración automática de memoria y algunos conceptos muy importantes en la programación orientada a objetos, además de los entornos de desarrollo con interfaces gráficas de usuario. Así vemos parte del aporte de la Inteligencia Artificial a las Ciencias de la Computación.
Creo que es obvio para todos nosotros la impredecibilidad del avance que da el ser humano con la tecnología. Así que, ¿quién puede predecir la existencia o la no existencia de máquinas inteligentes? Esta sería una discusión inútil, bizantina.
Por último, quiero hablar sobre la ocupación. Todos los seres humanos, y si no la mayoría, necesitamos ocuparnos en algo, trabajar. Podemos deducir, entonces, que una ocupación no válida es la de desocupar a los demás. No es esto acaso lo que están haciendo aquéllos que critican la Inteligencia Artificial, tratar de destruir el trabajo que han hecho muchos hombres diciendo que no tiene objeto. A mi parecer, eso es lo que están haciendo. ¿Entonces por qué no los dejan trabajar? ¿A qué le temen? Son preguntas que no voy a tratar de responder, sus respuestas me parecen obvias.
De todo, podemos concluir que el debate sobre Inteligencia Artificial es una discusión intempestiva. Los bizantinos se habrían dado gran gusto con este debate. Digamos que no vale la pena discutir cosas que nadie es capaz de demostrar, al menos en este caso, a pesar de que la discusión pueda generar muchos intereses académicos. Hay mucha gente trabajando en descubrir las estructuras del pensamiento humano, ¿qué hay de malo en ello?, ¿qué importa si se tiene un fin extralimitado?. Realmente si se tiene un fin extralimitado es algo que por el momento es imposible saber. Lo importante es que esta gente trabaja y que ya han dado frutos.